LA EVACUACIÓN DEL TESORO ARTÍSTICO ESPAÑOL DURANTE LA GUERRA CIVIL (I)

El traslado de una importante parte de la pinacoteca madrileña durante la guerra civil española es un episodio casi desconocido de nuestra historia. El traslado, de casi dos mil obras, duró tres años y tuvo como primer destino Valencia. Posteriormente, una parte de esas obras se llevaron junto al gobierno republicado a Catalunya para ser finalmente depositadas en la sede de la Sociedad de Naciones en Ginebra. La expedición regresó, una vez terminada la guerra, a Madrid y fue reintegrada de nuevo a las pinacotecas sin haber sufrido apenas daños.
En julio del año 1936, tras el alzamiento militar en contra del gobierno de la república, se produce la sublevación de la mayoría de la población que apoya ampliamente a su gobierno y que será capaz de contener en un primer momento a los golpistas. Esta situación no estaba prevista y lo que en un principio estaba pensado como una acción rápida para derrocar al gobierno, terminará por desembocar en una guerra civil. Lamentablemente con esta sublevación se inició, también, una fase violenta y anticlerical que causó la destrucción de gran parte del patrimonio con robos, saqueos y demolición de palacios y edificios religiosos. El escritor comunista José Bergamín, denuncia la situación de peligro en la que se encuentra el patrimonio, el gobierno de Giral se hace eco e intenta recuperar el control de las calles. Es en ese momento cuando se crea la Junta de Incautación y Protección del Patrimonio Artístico.
Esta junta se ocupará de incautar y conservar, en el nombre del estado, todas las obras, muebles o inmuebles, de interés artístico, histórico o bibliográfico, que en razón de las anormales circunstancias presentes ofrezcan, a su juicio, peligro de ruina, pérdida o deterioro (Decreto del MIPBA de 1-VIII-1936, Gaceta de Madrid, n. º 215, de 2-VIII-1936).

Campaña de los estudiantes de Bellas Artes
Se empezaron a emprender acciones con el objetivo de que la población se identificara con su patrimonio y lo respetara. Se realizan incautaciones, pese a la desconfianza de muchos ciudadanos y particulares a entregar las obras al gobierno, y se hacen campañas con llamamientos a la conservación de los bienes culturales y la necesidad de colaborar con la Junta:
Pide esta Junta la ayuda de todos, el respeto de todos para las obras de arte, para los libros, para los muebles, para los templos, para los edificios, para todo aquello cuya destrucción significaría el embotamiento y la desaparición de las mejores cualidades de nuestra raza. Esas riquezas en un mañana próximo, servirán para extender la cultura por todos los Centros del país: Museos, Bibliotecas, Escuelas, Ateneos, etc.

Dos semanas después de iniciarse la guerra, la improvisada junta trabaja a pleno rendimiento, creando comisiones y catalogando minuciosamente todas las piezas recuperadas con su correspondiente ficha y acta de incautación. Las obras de arte, que la junta de salvamento va recuperando, se depositan bajo la cúpula de la basílica de San Francisco el Grande y en el convento de las Descalzas en Madrid.
A principios de noviembre la guerra llega a las inmediaciones de la capital y aunque la respuesta de los madrileños permite frenar momentáneamente el avance de las tropas rebeldes, la caída de la ciudad parece, a la larga, inevitable. El 6 de noviembre el Consejo de Ministros decide trasladar el gobierno de Madrid a Valencia dejando a la ciudad al frente de una Junta de Defensa que preside el general Miaja. Asimismo se determina que una selección de las mejores obras del Tesoro Artístico será evacuada junto al Gobierno a Valencia, alejada en ese momento de los frentes de la guerra.
El Subdirector del museo del Prado, cerrado al público desde agosto, había realizado ya una selección de 250 obras maestras que debían ser retiradas de la exposición ante cualquier motivo de alerta. Sánchez Cantón ordena ahora que se descuelguen todas las pinturas y se depositen en los sótanos, la parte más segura del museo.
El 10 de noviembre parte hacia Valencia un primer convoy con 18 obras maestras del museo del Prado seleccionadas por María Teresa León, Rafael Alberti y Florencio Sosa. Entre ellas hay pinturas de Tiziano, Goya, Velázquez, el Greco y Tintoretto. Sánchez Cantón es contrario a estas medidas, el director en funciones considera que una evacuación y traslado de las obras implica un riesgo mucho mayor que su depósito en sótanos convenientemente acondicionados. El Gobierno de la república y una gran parte del sector artístico, estiman que sólo se puede garantizar la integridad del tesoro nacional si está bajo su tutela inmediata. En enero de 1938 Sánchez Cantón fue destituido de su cargo posiblemente por su oposición sistemática a los sucesivos traslados.

Colocación del “Adán” de Durero en su caja de embalaje
La presión de los franquistas se va haciendo cada vez más insostenible en las afueras de Madrid. Se producen los primeros bombardeos sistemáticos sobre una población civil. Franco con la ayuda de alemanes e italianos, pone en práctica por primera vez este tipo de acciones con el objetivo, también, de desmoralizar a la población y debilitar el frente que defiende la ciudad.
La tarde del 16 de noviembre de 1936 las bombas lanzadas por aviones rebeldes alcanzan el Museo del Prado, las inmediaciones del Museo Arqueológico y la Biblioteca Nacional. El fuego provocado por nueve bombas incendiarias caídas sobre el edificio no llega a las salas y la onda expansiva de las caídas en las inmediaciones no produce daños graves en su estructura. Además gracias a las medidas adoptadas meses por Sánchez Cantón, también se han minimizado las secuelas. El bando republicano aprovecha este suceso y difunde por las principales cancillerías de Europa este ataque al Patrimonio Artístico.

Museo del Prado. Galería Central desmontada. Esculturas protegidas con sacos terreros
Los bombardeos prosiguen y es necesario agilizar el traslado del resto de obras del Prado. El 3 de diciembre de 1936, María Teresa León es designada responsable de la evacuación urgente de las pinturas del museo del Prado y su transporte a Valencia. Una semana después se organiza el convoy escoltado por milicianos del quinto regimiento en el que viaja la pintura de Velázquez “Las Meninas”. El traslado es extremadamente accidentado, las carreteras están deterioradas ya que son uno de los principales objetivos de la aviación. En el puente de hierro de Arganda se deben cruzar algunas cajas a mano hasta el otro extremo, el puente no es lo suficientemente alto para que pasen por debajo las cajas de madera construidas a la medida de algunas obras, lo que implica varias horas. La ruta del convoy es controlada durante toda la noche y los responsables directos deben contactar por teléfono con María Teresa León y su compañero Alberti al paso de cada ciudad importante hasta que llegan sin novedad a Valencia.

Camiones con telas embreadas
A partir de esa noche la Junta de Defensa del Tesoro será la responsable de los traslados que serán cada día más complejos debido a las condiciones de las carreteras, los bombardeos, los francotiradores…las rutas se modifican para cada viaje y la velocidad máxima es de 15 kilómetros por hora para no deteriorar las pinturas, cada envió tarda unas 24 horas.

Proceso de embalado, las obras se protegían con cartón y guata y se ajustaban con almohadillas a su correspondiente caja de madera
En Valencia aún no ha llegado la guerra y la junta selecciona dos edificios para depositar el tesoro, la iglesia del Patriarca, donde se depositan nada más llegar desde Madrid y que sirve de primer almacén y taller de restauración y las torres góticas de Serranos. José Lino Vaamonde, arquitecto del museo del Prado, se desplaza a Valencia para realizar las labores de acondicionamiento de las torres que reúnen las características necesarias para proteger las obras. Se utilizan los bajos como búnker, se construye encima una bóveda de cemento armado y se deposita sucesivas capas de cascara de arroz, tierra y sacos terreros. Las cajas se protegen con muretes de cemento armado perforados para mitigar el posible impacto de una onda expansiva y se controlan las condiciones de temperatura y humedad del recinto.

Plano que incluye los acondicionamientos para el depósito y la protección del tesoro
Al mismo tiempo se reorganizan las juntas, la de Valencia pasa a ser la Junta Central del Tesoro Artístico y tendrá ámbito estatal. De ella dependerán el resto de juntas provinciales. Timoteo Pérez Rubio, marido de Rosa Chacel será su Presidente y José María Giner Pantoja, su mano derecha.
En la capital, mientras tanto, la junta provincial de Madrid sigue realizando una labor encomiable, se crean equipos multidisciplinares que continúan recuperando y catalogando, a toda prisa, todo tipo de obras. Todos estos objetos son depositados en la basílica de San Francisco el Grande y en el Museo Arqueológico. Aunque la situación en Madrid es cada vez más crítica y los medios de todo tipo son cada vez más limitados, la junta sigue realizando todos los procesos de manera meticulosa. No hay abastecimientos de ningún tipo y es complicado conseguir los materiales necesarios, incluso los miembros de la junta están cada vez más cansados e incluso desnutridos.

Cripta de San Francisco el Grande
En otoño de 1937 y en estas complicadas circunstancias, se ordena al Presidente de la Junta Delgada del Tesoro Artístico de Madrid, Roberto Fernández Balbuena, que desaloje la basílica de San Francisco el Grande. Esta iglesia constituye en ese momento el depósito más grande con más de 50.000 objetos de todo tipo. El presidente de la junta, totalmente desbordado, intenta recurrir la orden, pero sabe que la basílica puede ser ocupada por los soldados en cualquier momento. Se empieza a organizar el traslado a un ritmo brutal de más de mil piezas al día, se depositan 15.000 lienzos en el museo del Prado y el resto de los objetos al Museo Arqueológico que queda totalmente abarrotado.
El desarrollo de la guerra y la situación de amenaza plantean al gobierno un nuevo cambio, el 28 de octubre se anuncia el traslado a Barcelona. Mientras tanto los republicanos conquistan Teruel en diciembre y la cercan del resto de territorio sublevado, los miembros de la junta recogen, tras la batalla y entre los escombros, una gran cantidad de objetos artísticos y los archivos catedralicios. Sin embargo el 22 de febrero Teruel vuelve a manos de Franco que inicia una gran ofensiva con el objetivo de llegar al Mediterráneo y cortar en dos el territorio republicano. El 15 de abril de 1938 Camilo Alonso Vega toma Vinaroz y rompe en dos la zona republicana.
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